martes, 9 de septiembre de 2008

El antagonista idealista



¿Qué se puede decir de Adolf Hitler que ya no se haya dicho?

Un ser despreciable, un tirano, genocida de masas, y que su única motivación era lograr la pureza de la raza.

Ciertamente que todo esto es verdad, sabido y probado, pero, ¿qué sucede si separásemos el Hitler tirano y sin sentimientos (que es el de costumbre) por su lado bueno? Con esto me refiero al idealista, el soñador, el amante y el dedicado...

Una parte importante del estudio de la vida del Führer lo constituye el cómo era en verdad. De la poca gente que aún vive y que lo conoció en vida lo ven de forma muy diferente, tranquilo, depresivo y que cuidaba con cariño a su perro Blondi; tal es el caso de Traudl Junge, una de sus secretarias. Diríase que lo miran de forma sesgada, no cabe duda que fue así. En “La Caída”, analizando a grandes rasgos el espacio en el que se movía ella puede decirse que lo admiraban, no al dictador, sino a la persona.

En la película se refleja con amplios detalles su personalidad más que el mal que causó a la Humanidad, por ende quedan fuera las particularidades del Holocausto y los campos de concentración, pero sin dejar de lado tampoco la mirada negativa, la cual se trata livianamente: algunas muertes en cámara (en verdad muchas si pretendemos acercarnos a la ficción narrativa aceptable en el cine), el adiestramiento de los niños para combatir en la guerra (quede esto demostrado con la “Juventud Hitleriana”, jóvenes y niños al servicio de las calamidades, que finalmente demuestran el escaso conocimiento del pueblo alemán para con la realidad que se estaba viviendo), un mundo “acuartelado”, con esto quiero decir que la propia Traudl vivía en el búnker de Berlín y no podía (no pretendía ni se esperaba) mirar más allá de eso.
Un ruido de bombas azota a cuantos viven en aquel búnker y ven a su líder, el Führer, como alguien que está perdiendo su motivación, su ímpetu y su notoriedad frente a las decisiones.

Los seguidores de Hitler de verdad lo fueron, pero solo hasta que éste cayó.
“La Caída” nos demuestra el triste ocaso de un soñador, deteniéndome en este punto vemos la representación en miniatura del mundo ideal de Hitler, se ve en escenas cómo el arquitecto, en el Gran Salón, muestra al dictador toda la representación que éste planeaba para la habitabilidad (o más bien dicho la adaptabilidad) de los alemanes puros. Grandes construcciones el estilo griego y romano, cuna de las artes y los debates filosóficos de diversa índole, un mundo como ilusión de la realidad.

Hitler mismo soñaba despierto, inventaba y creía factibles ataques, estrategias y ejércitos multitudinarios que nunca existieron. Muchos quisieron hacerlo entrar en razón, pero su obstinación era tal que casi hasta los últimos momentos antes de suicidarse confiaba en la realización de sus ideales, el medio claro está: asesinando a sus contrarios, la eliminación de los entes que no permitían que su mundo fuera como él lo planeaba.

Me marcó mucho el momento en el cual el Führer se daba cuenta de su realidad, literalmente el mundo se le caía encima, de ahí se desprende en parte el título “Der Untergang”, que significa “hundimiento, caída” en alemán. Alemania perdía ante el poderío ruso que los asediaba por todas las fronteras y tenía rodeado Berlín; las desgraciadas y sombrías palabras proferidas previas al funesto fin de Hitler:

“Mañana millones de personas me odiarán por lo que creía correcto”

Triste fin y claro hundimiento de un plan inviable y moralmente inaceptable para la Humanidad. El destino de millones personas estaba en sus manos, como en el Despotismo Ilustrado el rey tomaba todas las decisiones que le convenían pero sin la opinión del pueblo ni de nadie.

¿Qué nos dice el film sobre la vida? Un tumulto de ideas trastabilladas con la realidad imperante, pasado presente y futuro incierto, desgraciadamente inconcluso, motivo de lucha y desvarío cualificado, pero nunca cuantificado; “hicísteis sufrir, pero terminaste sufriendo más que los demás”